viernes, 19 de febrero de 2010

LA TELA DE LA TEMPORADA

18/02/10 - Teatro: 4 temporadas (Sedlinsky sobre textos de Schulz)



Cuando se piensa en la literatura polaca el primer nombre que se viene a la cabeza es el de Witold Gombrowicz. Sin embargo, las letras polacas del siglo XX tienen otro finísimo representante: Bruno Schulz (1892-1942). Escritor, pintor, muralista, dibujante, urdió un mundo literario poblado de fantásticos maniquíes y de un humor ácido y absurdo que la compañía 4 Temporadas en conjunto con Trabajo a Reglamento ha sabiamente rescatado en la obra “4 temporadas”, estrenada ayer en el Camarín de las Musas. Con dirección de Javier Swedzky y dramaturgia de Pedro Sedlinsky, presentan la historia de la Maison Katel, una gran tienda de telas regenteada por un padre que sufre una extraña mutación y tres hijos que no saben muy bien qué hacer ni con él, ni con el negocio ni con la vida en general. 
Los hijos, Adela, José y Segundo, representados por Flor Sartelli, Julián Rodríguez Rona y Leonardo Volpedo se disputan el amor tiránico de su padre y juegan distintos roles en el negocio familiar: Adela es la muchacha servicial para todo uso; José es el hermano mayor, el que supuestamente debería tomar todas las decisiones acerca de la marcha de la tienda pero siempre termina haciendo lo que le dice el padre, y Segundo es un soñador y revolucionario de pacotilla, financiado por su padre. 
Y las cosas en la Maison Katel no están funcionando bien. Llega la primavera y es el momento de lanzar una nueva tela de temporada, un modelo y un estampado que se vuelvan un furor: allí es donde arranca la obra, con los tres hermanos dándole al público la bienvenida a su primorosa tienda, mostrando rollos y rollos de maravillosas telas, seda natural, crepe plisé y la vedette de esa primavera, la seda fría con grandes estampados de flores. Pero la tela de la temporada es un fiasco y sólo logran vender un metro de muestra y a cada temporada la situación tambaleante de la tienda empeora mientras los personajes entran en un ciclo de locura, absurdo y extrañeza imparable. 
Si algo hay que destacar de esta excelente puesta y propuesta, además del humor ingenuo y ácido a la vez de la poética de Schulz, es la inquietante presencia tanto del padre (un títere espeluznante, como todos los títeres) así como de los tres mudos maniquíes, todos obra del artista plástico Nicolás Botte. El padre no llega a medir un metro y su voz es impostada por uno de los actores tan bien y de modo tal que siempre parece provenir del propio muñeco, lo que agrega aún más inquietud (y asombro) en el espectador. Con voz cascada, el padre-títere-próximamente pájaro no deja de gritar órdenes, pedir cosas, exigir que todo se arregle y manejar, como un verdadero titiritero, los destinos de sus hijos. Éstos, a su vez, se desquitan con los maniquíes. Cada vez que uno de ellos queda a solas en el escenario con un maniquí, los muñecos con forma humana se transforman en confidentes y en fuente de fantasías alocadas y liberadoras (como las de José, que siempre sueña con trabajar en las grandes ciudades del mundo). Así, mediante la interacción dramática con los maniquíes, los personajes logran volcar también sus miserias fuera, como cuando se ve el trato “especial” que Adela le dispensa a García Mata, uno de los fieles clientes de la Maison Katel. 
Y mientras las Cuatro Estaciones de Vivaldi jalonan convenientemente la obra, el público –y los propios Katel- asisten a la extraña transformación que sufre el padre, convirtiéndose en un extraño pájaro que apenas emite sonidos, pero que en el final recupera algo de su vigor para seguir mangoneando a sus hijos, en medio de la más pavorosa ruina económica y espiritual. 
En suma, una obra sencillamente imperdible, con momentos de comicidad hilarante y con la frágil belleza de las telas danzando y mostrando la multiplicidad de sus colores, la variopinta congregación de ilusiones que es también el ser humano. 

Funciones: jueves, a las 21:30hs 
El Camarín de las Musas: Mario Bravo 960 
Informes: 4862-0655 
Entrada: $35 y $20 para estudiantes y jubilados.

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