jueves, 12 de noviembre de 2009

LAS NEUROSIS DE NUESTROS PRÓCERES

10/11/09 - Teatro: La neurosis de los hombres célebres de la historia argentina
 (Compañía de Funciones Patrióticas)







Breve pero contundente. Irónica, ácida, corrosiva. Inteligente, sagaz, sarcástica. Tragicómica. Así es “La neurosis de los hombres célebres en la historia argentina”, obra teatral dirigida por Martín Seijo y representada por la Compañía de Funciones Patrióticas, un colectivo teatral que tiene la particularidad de realizar funciones sólo en fechas patrias y de obras que, de un modo u otro, hagan referencia a ésta.
El año pasado, la compañía tuvo el tino de realizar una puesta de El gigante Amapolas, esa olvidada pero siempre vigente obra de Juan Bautista Alberdi. Este año, sin embargo, la compañía apostó a más y realizó esta estupenda adaptación de un insigne tratado decimonónico: La neurosis de los hombres célebres en la historia argentina (1878) del doctor José Ramos Mejía. Imbuido del zeitgeist de la época, el libro describe las diferentes “neuropatías” sufridas por nuestros más célebres próceres, entre ellos Juan Manuel de Rosas, Bernardo de Monteagudo y Guillermo Brown.
Son precisamente estos tres prohombres los elegidos para esta adaptación de la Compañía de Funciones Patrióticas (protagonizada por Paolo Baseggio, Ernesto Fontes, Leandro Ibarra, Natalia Olabe y Guillermo Valdéz), ficción delirante pero cabal en la que estos tres peligrosísimos sujetos se encuentran encerrados en un manicomio bajo los obsesos cuidados del doctor Ramos Mejía.
Sobre una camilla, atado, aparece en la primera escena Bernardo de Monteagudo, una figura importante, hoy olvidada, para la gesta de liberación sanmartiniana. El doctor Ramos Mejía entra en la habitación acompañado por una joven residente. A partir de allí se desencadenan los hechos vertiginosamente y todo terminará de modo completamente inesperado y desopilante. Una voz en off (Claudia Mac Auliffe) aporta los datos necesarios, no exentos de mordacidad, para comprender lo que sucede.
La puesta en escena, austera, deliberadamente precaria, alude siempre a “La lección de anatomía”, el archifamoso cuadro de Rembrandt que la realidad, el azar o una mente perversa reprodujeron en la foto de la autopsia del Che Guevara, imagen que la compañía eligió para ilustrar las gacetillas de esta segunda función de “La neurosis…” (la primera fue el 17 de agosto, en la misma Sala Escalada).
La ciencia del siglo XIX se confunde en esta obra con el entramado político de un país que todavía no puede ser llamado tal y sus terribles dolores de parto. Al mismo tiempo, el humor y la ironía tiñen todo de un tono surreal que casa muy bien con la adecuada elección de las neurosis patrióticas: la erotomanía de Monteagudo, el delirio persecutorio de Brown y la megalomanía de Rosas. Dice el texto de Ramos Mejía respecto de este último: “los grandes neurópatas como Rosas, en cuya contextura espiritual existe una atrofia tan extraordinaria del sentido moral, constituyen todas esas anomalías que son en el orden psíquico lo que las monstruosidades de la organización del cuerpo en el orden físico. Vienen al mundo con el germen de su locura, de esta locura temible que busca el placer en las emociones intensísimas del crimen, que arranca al corazón fibra por fibra y que en cada gota de sangre que vierten, encuentran una fuente inagotable de gratas emociones”.
Para finalizar, conviene entonces estar atentos a las próximas funciones de la compañía, puesto que no sólo desgranan su corrosivo humor a diestra y siniestra sino que ofrecen un espectáculo distinto, a contramano de los discursos oficiales y con una calidad digna de ser mencionada. Dos gestos loables completan esta invitación a la reflexión sobre nuestra propia historia: los pastelitos que se reparten al comienzo y el CD de la compañía que se entrega al final, con imágenes, sonidos y los textos representados. Un verdadero lujo patriótico.

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