sábado, 12 de septiembre de 2009

IMÁGENES PAGANAS (O UNA DE VAMPIROS)

24/08/09 - Teatro: El vampiro (González)

El lunes por la noche se estrenó “El vampiro (relato fantástico en escena)”, espectáculo teatral multidisciplinario inspirado en el relato homónimo del escritor rioplatense Horacio Quiroga (1878-1937). Con las actuaciones de Néstor Ducó (como Guillermo Grant), Pablo Lapadula (como Rosales) y Ailín Salas (como la hija vampiro), y bajo idea, adaptación y dirección general de Eloy González, la obra aspira a entrecruzar diversas disciplinas, como la literatura, el radioteatro, la música, el ilusionismo, el cine y algo que podría denominarse, en opinión de Pablo Capanna, la “ciencia patológica”, en una puesta que saca el máximo partido de las instalaciones en las que se realiza (el bello Palacio Teatro El Victorial) y que obliga al espectador a una nueva experiencia teatral. 
“El vampiro”, junto con “El espectro” y otros cuentos de temática similar de Quiroga, constituye uno de los sectores menos frecuentados de su obra. Son relatos tardíos, que versan todos sobre distintos aspectos del cine, una de las pasiones del escritor, famoso por obras maestras como “El almohadón de plumas” o “A la deriva”. En estos cuentos, sin embargo, Quiroga no despliega la misma maestría, ganado acaso por la novedad y la fantasía de los temas que intenta abordar. Tanto en “El espectro” como en “El vampiro”, ambos protagonizados por su alter-ego Guillermo Grant, las figuras que parecen tener vida sólo en la pantalla pasan a tenerla, por misteriosos mecanismos, también fuera de ella. En el caso de “El vampiro” se le imputa dicho “milagro” a los rayos N1, un fabuloso fraude científico de comienzos del siglo XX, ya que dichos rayos, como rápidamente se descubrió, no existieron jamás. 
Sin embargo, éste es el punto de partida elegido para desplegar la multiplicidad de efectos e impactos en la obra teatral que nos ocupa. Mientras los espectadores aguardan en el foyer del teatro-palacio y la melodía de “Moon river” suena y resuena una y otra vez (primero cantada por Frank Sinatra, luego por Louis Armstrong, y también por Luciano Pavarotti), de pronto las luces se apagan y por la puerta que da a la calle, entra un hombre abatido. Allí, aunque no lo parezca, ha comenzado la función. Apelando al relato en off, a la manera de un radioteatro, y mechándolo con la impecable actuación de Néstor Ducó (quien posee, además, una voz inigualable y perfecta para el personaje de Grant), comienza a desplegarse el texto de Quiroga, que a la vez va siendo actuado y puesto en escena de infinitas formas. 
Así, cuando Grant se encuentra en el cine con el extraño señor Rosales, ya todo el público está cómodamente sentado en las butacas del teatro, mágicamente convertido en cine, y está viendo, como los personajes de la obra, una película (película filmada expresamente a partir del mismo motivo del cuento). La duplicidad de efectos y refracciones, tan cara a las pseudociencias y a la imaginería de un escritor como Horacio Quiroga, fuertemente influido por su maestro Leopoldo Lugones, se representa así a través de la doble asistencia del público a tanto una puesta teatral cuanto a la exhibición de un film. 
Vale la pena destacar también, en la misma línea, la lograda conjunción de efectos especiales y proyecciones de video para darle “vida” a la criatura extraída por Rosales del celuloide, la misma que dice haber reconocido a Grant por haberlo visto ya tantas veces “del otro lado de la pantalla”, en la sala de los cines donde se daban sus películas. Con un gran despliegue escénico y técnico se logra un montaje que recuerda lo que varios años después de Quiroga haría Adolfo Bioy Casares en su novela La invención de Morel. Pero esta fascinación de los hombres por las criaturas irreales, o fantasmagóricas o, si se quiere, más reales que la propia realidad (todo depende del punto de vista adoptado) habrán de salirles muy caro, como lo demuestra el propio cuento de Quiroga y todas aquellas obras donde la faz prometeica del hombre asoma. 
Vale destacar la participación especial de Graciela Borges como la voz en off de la madre vampiro y la excelente selección de diversos pasajes pianísticos de Fredéric Chopin para darle los toques exactos a cada escena: intriga, vértigo, temor, emoción, suspenso, todos en fina concordancia con la obra y la ambientación del lugar. 

Teatro Palacio El Victorial: Piedras 720
Funciones: lunes a las 21hs.
Informes: 4545-099 / elvampirodehoracioquiroga@gmail.com
Entradas: $20. Con reservas: $15.
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