miércoles, 2 de septiembre de 2009

¿ACASO NO ES SUEÑO LA VIDA?

25/10/08 - Teatro: El marinero (Pessoa)


Fernando Pessoa (1888-1935) es el mayor poeta en lengua portuguesa del siglo XX. Su poética personalísima (arraigada desde el vamos en su apellido, que en portugués significa ‘persona’ y que remite al latín personae, es decir, a las máscaras utilizadas en el teatro antiguo) se destaca ante todo por la fragmentación, la dispersión y la descentración del yo. Quizá como ningún otro antes o después, Pessoa cultivó la heteronimia: es decir, la creación de autores ficticios a los que dotaba de una obra y una biografía singulares, en la creencia de que la coherencia y unicidad del yo sobre la que se fundamenta buena parte de las sociedades actuales no es más que una ficción, tan absurda como todas las demás. Así, entre sus heterónimos más populares figuran Alberto Caeiro, Ricardo Reis, Álvaro de Campos y Bernardo Soares. Todos escribieron tanto como él, cada cual en su estilo particular. Y todos ellos, juntos, conforman el universo poético de Fernando Pessoa, ese oscuro empleado de ministerios y comercios, que vivía en efímeras pensiones, dirigía revistas literarias más efímeras aún y que sólo llegó a ver un libro suyo publicado en vida, Mensagem (1934).
Se diría que vivió escribiendo en todas partes, con todos sus “yoes” implosionando en el blanco de infinitas hojas y así cultivó no sólo la poesía y la reflexión filosófica sino también el teatro. Pero, atención, y he aquí el porqué de esta larga introducción, el teatro de Pessoa no se ajusta a los cánones ordinarios de lo que comúnmente entendemos por teatro. Remitiéndose a los orígenes mismos de la representación teatral, donde se fundían música, danza, poesía y una honda exploración en el alma humana, lo que Pessoa prioriza en su escritura teatral es el lirismo y el estatismo, dejando a un lado el conflicto. En sus propias palabras: “Llamo teatro estático a aquel cuyo enredo dramático no constituye acción; esto es, donde las figuras no sólo no actúan, porque ni se mueven, ni hablan de moverse; sino que ni siquiera poseen sentidos capaces de producir una acción, donde no hay conflicto ni perfecto enredo. Se dirá que esto no es teatro. Creo que lo es, porque creo que el teatro tiende a ser teatro meramente lírico y el enredo de teatro existe, no en la acción, sino, más ampliamente, en la revelación de las almas a través de palabras confusas y en la creación de situaciones de inercia, momentos de alma sin ventanas, sin puertas a la realidad.” 
Esa es la propuesta de su obra El marinero, dirigida por Mónica Driollet e interpretada por las actrices Mara Besalú, Dora Mils, Celina González del Solar y Luciana Danquis. Tres mujeres están velando a una cuarta. Todas visten de negro —y están de espaldas al público— menos la muerta, enteramente vestida de blanco, como una novia. Hay dos grandes cirios a su lado. Sobre el blanco de su vestido destacan sus largos cabellos. Se espera, con ansia, la llegada del día. Las tres mujeres cuchichean y luego comienzan a hablar. Eso es todo, en apariencia, lo que harán. Quien busque acción, giros dramáticos, escenas desgarradoras, no lo hallará. No hay conflicto, como se dijo, ni hay nudo, ni siquiera desenlace. En el teatro de Pessoa hay, ante todo, voces (y el omnímodo silencio de la que es velada). Voces que representan almas, voces que divagan, que encantan, por las que fluye, serena y sedosa, la poesía; voces que se enojan, se emocionan, se preguntan, se responden, se detienen, quedan suspendidas en el aire, se imprecan entre sí y más aún, voces que sueñan. Especialmente una voz que sueña, que sueña con el marinero del título, pero todas, con sus diferentes acordes, constantemente nos hacen dudar acerca de cuál es la realidad, cuáles son los límites del ser, cuáles son las cosas que hemos vivido realmente … ¿las que soñamos? ¿las que imaginamos? ¿las que deseamos haber soñado? Las preguntas podrían seguir porque esa es también una de las principales cualidades de esta obra: no ofrecer respuestas sino generar preguntas.
Con una puesta austera pero precisa, en un espacio teatral moderno enclavado en pleno barrio de San Telmo, esta versión de El marinero de Fernando Pessoa, la única de sus obras teatrales que puede llamarse completa y de una brevedad sobrecogedora, nos lleva también a lo que esos dos monstruos del teatro universal (Shakespeare y Calderón), entre otros, ya han planteado: que quizá toda nuestra vida no sea más que un sueño y que creer en ese sueño es lo único que nos puede llevar hacia la felicidad.

Funciones: sábados, a las 19hs
Entradas: $25 - Jubilados y estudiantes con descuento
Teatro Del Borde: Chile 630, San Telmo
Reservas: 4300-6201

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1 comentario:

Danilo Gatti dijo...

No es justo, todo lo que sea de Pessoa me genera interes y fascinacion.
Tu critica dio el cierre final y, mas importante aun, me hizo conocer esa obra en cartel, en un circuito no tan difundido pero con mucha mas pasion y calidad que lo comercial.
Dios bendiga a San Telmo, Pessoa y tus informaciones!